SALVADOR LO BRUNO «Nosotros hemos aprendido de mi padre la cultura del trabajo»

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Santiago del Estero – Salvador Lo Bruno es uno de los empresarios más prolíficos de la provincia. Creó empresas que hoy son líderes en cada sector y les dejó a sus hijos para que ellos las dirijan. El empresario estuvo en el ciclo Entre Vistas, y contó que vino de pequeño, junto a sus padres, escapando de la guerra desde Italia. «Mi padre llegó a Santiago en el 1948 y nosotros vinimos en el 1950. Nosotros nacimos en Calabria, Italia. Vicente, mi hermano tenía 8 meses, mi hermano que falleció tenía 7 años, mi hermana, 3, y yo, 13», comentó al inicio de la entrevista.

¿Recuerda su vida en Italia? Si, me acuerdo de mi vida allá. Volví varias veces a la casa paterna que teníamos. Luego mi padre les regaló la casa a dos parientes. Después de la guerra, quedamos todos aquí porque nos quemaron todo. Mi madre tenía una hermana en la calle Formosa. Ella le escribió una carta contándole lo que estaba pasando allá, y ahí vino mi padre, en el `48. Él empezó a trabajar en la empresa La Argentina, que mi tío era dueño, y se dedicaban a todo lo que era sanitarios. Después la empresa nos pagó el pasaje para que vengamos todos, eran 620 dólares, y ahí vinimos nosotros, en el año `50, en barco. Demoramos 22 días. Los primeros seis meses vivimos en una pieza, en la Formosa, y después empezamos a hacer nuestra casa en la Paraná. Y mi padre, andando en bicicleta se hizo 10 casas y nos regaló una a cado uno de nosotros cuando nos casamos. Esto habla de la cultura del trabajo? Nosotros no hemos aprendido otra cosa más que la cultura del trabajo. Siempre estamos trabajando y desarrollando lo que hacemos. Nunca nos hemos quedado parados, sin desarrollar. ¿Lo primero que inicia su actividad comercial empresarial fue La Casa del soldador? Yo primero arranco trabajando en la empresa La Argentina, durante el primer año; el segundo año, entré a trabajar en Radiadores Bagnasco, que después hacemos sociedad y se transforma en Bagnasco-Lo Bruno. Después nos trasladamos a la calle Yrigoyen y luego armamos dos negocios, que fueron La Casa del Soldador y Bagnasco y Lo Bruno. Y ahí separamos la sociedad. Yo me quedé con La Casa del Soldador y la otra parte, con Bagnasco. En aquel momento, ¿qué vendía La Casa del Soldador? Todo lo que sea soldadura, luego creamos los camiones de auxilio, después los camiones grúas, que fueron los primeros en Santiago del Estero. Más tarde hemos hecho la fábrica de radiadores, que ha sido la primera del Norte, y todo fue bajo el esfuerzo y las horas de trabajo que invertíamos todos los días. Trabajábamos de 14 a 16 horas. Después se fueron desarrollando otras cosas. En el 1978, nos trasladamos a calle Sáenz Peña y se transforma en Lo Bruno S.A. Primero comenzamos con la ferretería y después se fueron anexando los materiales de construcciones, entre otras cosas. La necesidad nos iba empujando a hacer otras cosas. Nosotros sabíamos que Santiago no era una zona industrial, entonces tuvimos que empezar en la faz comercial. Más adelante comenzamos con las sucursales. ¿Después comenzaron con Lo Bruno Automotores? Se fueron dando de acuerdo con la necesidad y tratando de pegar las empresas una con las otras.

Hoy, el grupo Lo Bruno está conformado por cinco empresas: Lo Bruno estructuras, la ferretería, la concesionaria, el transporte y Lobar. Usted fue la base sobre la cual se edificaron todas las empresas? Yo las creé a todas, y a cada uno de mis hijos le di una empresa, para que cada uno la administre. ¿Y los visita siempre a sus hijos? Si. Y cuando ellos viajan, yo los reemplazo, porque yo sigo siendo el titular de las empresas. Tiene 4 hijos varones, ¿tiene preferencia por alguno de ellos? Si bien uno empuja más que otro, por la experiencia que tienen. Yo lo tengo a Ricardo, el mayor, que tiene 35 años de trabajo. Ahora tiene 50. Un día me dijo que no quería estudiar más y le tiré toda la responsabilidad. Después Hilton se fue a estudiar medicina y a los años volvió diciéndome que quería entrar a la empresa y así lo hizo. Felipe también fue a Rosario a estudiar medicina, estuvo dos años y volvió e hizo Ciencias Económicas y se recibió de contador. Y el más chico ahora está en Transporte. Cada uno trabaja en forma independiente. ¿Cómo es la relación de usted con ellos? Yo siempre fui muy positivo. No hacen nada sin consultarme. Hay un total respeto. Yo siempre les digo que sigan para adelante, que sigan haciendo cosas. Para mí no hay nada más importante que seguir haciendo cosas. No hay que quedarse porque lo pasado no lo recuperas nunca. Todas las mañana, Ricardo me manda un enfermero a mi casa, que me toma la presión, control de sangre y me da las pastillas. Así, todos están muy pendientes de mí. ¿Cuál es su lugar fijo de trabajo? Hoy es Lobar. Mi lugar fijo era la ferretería. Pero yo tenía un socio en Lobar, que se murió. Entonces tuve que ir a Lobar. Hoy la empresa está en primera línea. Con un poquito de orgullo, puedo decir que todas nuestras empresas están en primera línea. La concesionaria está en quinto lugar en Sudamérica. Son orgullos que vamos viendo dentro de lo que hacemos. ¿Dentro de este trabajar continuo, le quedó espacio para la diversión? No. Nunca salí a jugar porque había que salir a trabajar. No teníamos a donde vivir así que teníamos que trabajar. No había ni jugada de pelota. No descansábamos ni sábado ni domingo. Pero felizmente hemos sacado todo adelante. Si bien es cierto, hubo malas épocas, siempre empujamos para adelante. Siempre tratamos de agrandar lo que hacemos, no nosotros, sino las empresas. Esa es la misión que tienen mis hijos. Para mí la empresa es como un equipo de fútbol. Empezamos en octava y queremos llegar a primera. Y así fue lo nuestro. Empezamos sin nada y ahora estamos peleando dentro de la primera. Somos lo mejor o lo peor pero estamos jugando arriba. Somos unos de los que más gente tenemos trabajando. Nuestras empresas tienen en total unas 1500 personas trabajando. Recordemos que la Constructora está trabajando en Buenos Aires, Jujuy, en el sur, y nosotros estamos haciendo algunas provisiones de aquí a Buenos Aires. Es sorprendente porque llegan desde una guerra? Escapando de una guerra y con hambre. Y cuando ves un país como al que hemos llegado, en el que tenías todo y sigues teniendo todo para seguir haciendo lo que quieras, te motivas a seguir haciendo. Nosotros por ejemplo, hoy, tenemos todos los negocios abiertos los sábados a la tarde, que no todos los tienen a nivel de empresa. Lo hacemos porque entendemos que somos un servicio al cliente y lo que tenemos e hicimos es gracias a ellos, a Santiago. En su época, Santiago era las cuatro avenidas y para ir a la casa teníamos que cruzar todo, parecía lejos, no había nadie. El adelanto que tuvo Santiago, y más en la última temporada es gracias a los gobernantes que tenemos. Yo creo que la provincia se agrandó un montón y nosotros también, porque al crecer la provincia, crecemos todos. l

Fuente: http://www.elliberal.com.ar/

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