Perspectivas económicas para 2017

Ante la falta de inversiones, el Gobierno intentó reactivar el consumo. Qué puede pasar con la inflación en 2017. La apuesta a la obra pública.

En 2017, la actividad económica va a crecer pero muy poco. La inflación estará muy por encima del 17% anual que fijó el Gobierno en el Presupuesto, lo mismo que el déficit fiscal. El paraguas puede seguir guardado porque para la “lluvia de inversiones” pronosticada por el Gobierno habrá que seguir esperando al menos un par de semestres más. El salario difícilmente recupere algo del poder adquisitivo que perdió el año pasado y la deuda externa va a seguir creciendo y a un mayor costo. Esas son las conclusiones que dejan los testimonios de cuatro economistas de diferentes tendencias, consultados por Veintitrés, a la hora de trazar una proyección de lo que puede pasar con la economía el año que viene.

“A mitad de año, el Gobierno advirtió que el plan inicial de reactivar la economía a partir de la llegada de inversiones estaba fracasando. Por eso decidió cambiar de estrategia y apostar más al consumo. Ese mismo esquema se va a mantener para el año que viene”, sostiene  Jorge Carrera, profesor de Finanzas Internacionales de la Universidad de La Plata y ex Jefe de Investigaciones Económicas del Banco Central. Salir airoso de las elecciones legislativas de octubre es lo que explica, para el economista, esa persistencia oficial al consumo. Sin embargo, advierte que esa estrategia pondrá en duda otras metas propuestas por el Gobierno. “Para estimular el consumo, va a tener que dejar correr las paritarias por lo menos en un 25% anual y con ese índice es imposible que la inflación sea sólo del 17% como se plantea en el Presupuesto. También es difícil que bajo ese esquema pueda reducir el déficit fiscal”, agrega.

 

Martín Kalos, director de EpyCa Consultores, no duda que la inflación a lo largo de 2017 rondará el 24-25%. «Después de un año en el que trepó al 40%, no veo por dónde el Gobierno puede llegar a bajar tan abruptamente la aceleración de precios”, indica. “Tarifas energéticas, combustibles y salarios son variables que ya sabemos que van a estar por encima del 17% que pregona el Gobierno”, completa.

Con respecto a las inversiones, Kalos entiende que pueden llegar a ser significativas “en nichos específicos como energías renovables o en telecomunicaciones y minería, en la medida que el Gobierno vaya sacando licitaciones”, sostiene. Sin embargo, señala que “no va a ser suficiente en la magnitud que se necesita para reactivar la economía. Con el alto grado de capacidad instalada ociosa que hoy muestra la producción, no hay necesidad de inversión en el corto plazo”, afirma.

Fausto Sportorno, director de la consultora Orlando Ferreres y Asoc, asegura que “los datos de inversión actuales a nosotros nos da que ya está creciendo en lo que tiene que ver con maquinaria y equipo pero que cae en lo que tiene que ver con la construcción.  El año que viene puede mejorar también en la construcción de la mano de la obra pública. Estamos estimando para el año que viene un aumento de la inversión entre un 5 y un 6%”. Con todo, reconoce que “esa alza sirve relativamente para hacer crecer la economía”.  Entiende que eso sólo sucederá “si la inversión puede generar un crecimiento de la capacidad productiva”.

Construcción. Podría haber reactivación de la mano de la obra pública.

Uno de los elementos que para Spotorno condiciona el crecimiento de la actividad es la presión tributaria. Pero a la vez, señala que el Gobierno tiene un “altísimo” déficit fiscal. Por lo tanto, advierte que se encuentra “en una encerrona muy importante”. “La única que le queda al Gobierno es reducir un poco la presión tributaria y paralelamente bajar un poco el gasto.  Tiene que ir haciendo un pequeño movimiento de cada cosa para ir saliendo de esa trampa”, afirma.

Ramiro Castiñeira, economista jefe de Econométrica, sostiene que “la economía va a crecer, aunque no al ritmo que desean los tiempos políticos”. Desde esa óptica, entiende que el Gobierno no debe caer “en el populismo del tipo de cambio al que suelen recurrir los gobiernos en años electorales. Considera que, aunque resulte paradójico, “crecer poco pero sin pisar el palito de usar el tipo de cambio como ancla inflacionaria es una buena señal ante los mercados que analizarán como más creíbles las intenciones de cambio del Gobierno”, sostiene.

Para Kalos, el PBI crecerá el año que viene entre un 1 y un 3% pero de acuerdo al índice que se alcance, el cambio no va a ser sólo cuantitativo sino también cualitativo. “La diferencia entre un 1% y un 3% determina si se va a generar o no empleo y crea la perspectiva a largo plazo para que lleguen inversiones después. Si se crece un 3%, el mensaje que da el Gobierno es: ‘hicimos un ajuste pero pusimos al país en crecimiento’. Si se crece un 1%, los inversores van a seguir esperando a ver qué pasa”, indica.

En un año electoral, patear la pelota para el 2018 y que las variables macreoeconómicas no empeoren mucho más, parecería ser el escenario al que apuesta el Gobierno. Así lo explica Spotorno. “Al gobierno no le queda otra que ganar las elecciones de medio término del año que viene para en el 2018 tomar medidas más drásticas como bajar el déficit fiscal, el gasto público, corregir el tipo de cambio. No lo va a hacer el año que viene en términos significativos y si gana las elecciones lo hará con mayor énfasis”.

El dilema será, entonces, si una leve mejoría del sombrío panorama que muestra actualmente la economía le será suficiente al Gobierno para ganar las elecciones.

Por Pablo Galand

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Fuente: veintitres.com.ar

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