Mendoza Dirección de Arquitectura: entre la técnica y la política (1900-1955)

Por Doctora Cecilia Raffa – Investigadora del Incihusa-Conicet Mendoza

Desde finales del siglo XIX, empezó a funcionar en términos reales y simbólicos, una relación de complementariedad necesaria entre el Estado y los saberes técnicos. La creación del Ministerio de Obras Públicas de la Nación en 1898, fue una manifestación de esa relación, si entendemos su concreción como una de las tantas expresiones del proceso de construcción de la estructura estatal nacional; estructura que se constituyó en el aspecto material y operativo del Estado.

De la misma forma en que el Estado necesitó del conocimiento proporcionado por el campo técnico para apoyar su proceso de consolidación (desarrollo de infraestructura, de ámbitos para la administración, etc.) la relación técnicos-Estado sirvió en el camino de delimitación de injerencias disciplinares para varias profesiones, entre ellas, la Arquitectura.

El trabajo de un arquitecto como empleado de la administración pública, fue durante mucho tiempo, una salida laboral secundaria y alternativa. Fue hacia 1920, cuando la visión respecto de la actividad profesional dentro de la administración pública dio un giro importante, ante los nuevos problemas urbanísticos y arquitectónicos que había generado el mismo proceso modernizador. A partir de los años ’30 se hicieron evidentes los cambios en la organización de la estructura técnica del Estado en referencia a la obra pública.

En 1907, a poco de iniciado el gobierno provincial de Emilio Civit, se creó el Ministerio de Industrias y Obras Públicas. Un año después, en 1908, aparecía dentro de su organigrama la Sección Arquitectura, creada por la Ley de Presupuesto n° 435.

Ése fue el origen legal de una repartición que jugó un papel fundamental en el desarrollo urbano-arquitectónico de la provincia, hasta la descentralización paulatina de la producción de la obra pública en los distintos Ministerios y Direcciones. Empezaron a tener sus propios cuerpos técnicos para el proyecto y ejecución de obras arquitectónicas y urbanas.

La otrora Sección Arquitectura tuvo entre sus responsables a Raúl Álvarez, primer mendocino recibido de arquitecto, convocado en 1918 por el gobernador José Néstor Lencinas. Álvarez tuvo a su cargo la concreción de importantes obras, entre otras la remodelación de la Legislatura de Mendoza (1923), el trazado del Rosedal del Parque Gral. San Martín (1919), el diseño del Hospital José Néstor Lencinas (1919-1924) y en el mismo período las obras del Hospital Regional de San Rafael.

Desde 1932, con la incorporación de los arquitectos Manuel y Arturo Civit a la Dirección de Arquitectura, comienza a perfilarse la más importante característica que distinguirá a los años conservadores: la homogeneidad en la planificación y ejecución de obra pública.

En los años que permanecieron en la función pública, Manuel se ocupó de la jefatura de la repartición de 1932 a 1939, mientras que Arturo lo hizo entre 1939 y 1941. Fueron autores del conjunto de Casas Colectivas (hoy Barrio Guillermo Cano), presentado, en el Primer Congreso Argentino de Urbanismo (1935); del edificio Playas Serranas (1937), balneario popular ubicado en el extremo sur del lago del parque San Martín; así como del Hogar de la Madre Obrera (1935); el Hospital Central (1937), de los Hogares para menores en San Rafael y Agrelo (1941-1943), de hoteles y hosterías y de varios edificios para escuelas urbanas y rurales y centros de salud diseminados en toda la provincia. En la gestión los sucedieron Ewald Weyland y Raúl Panelo Gelly, a quienes podemos identificar con obras como las casas municipales de Tupungato y Santa Rosa (1943) y con la propuesta arquitectónica del que luego sería el barrio 4 de Junio, en capital.

Con la llegada del peronismo se reorganizó en la burocracia técnica y el ejercicio profesional en la administración pública: la función de los técnicos se subordinó al proyecto político.

A nivel local, la estructura de la Dirección de Arquitectura se fue complejizando. Aumentó el trabajo por el impulso político que se dio a la obra pública, tanto como las posibilidades de vinculación de los técnicos a la estructura burocrática. El plantel de profesionales creció y aparecieron las especialidades: calculistas, especialistas en instalaciones, inspectores de obras.

Se organizaron equipos o duplas de trabajo para la resolución de programas que supusieron un cierto nivel de pericia para los arquitectos.

A lo largo de este ciclo, la Dirección de Arquitectura se ocupó principalmente de la edificación y equipamiento de escuelas urbanas y rurales en distintos departamentos de la provincia; de edificios de servicios, comisarías, casas departamentales y distritales; hoteles de turismo, hospitales y salas de primeros auxilios. La reorganización estatal también significó para la Dirección la pérdida de incumbencias: con la creación del Instituto Provincial de la Vivienda (IPV) en 1947, en la DPA no se volverían a plantear programas para esa tipología.

También como en las gestiones conservadoras, la continuidad en la ejecución de obra pública fue una constante: los edificios que se iniciaban en un mandato de gobierno se concluían en los siguientes, aunque en este caso es posible observar variantes tipológicas (riqueza o austeridad constructiva) y numéricas (aumento o disminución) en las obras, asociadas a las fases económicas del primer peronismo.

A lo largo de su historia, la Dirección de Arquitectura fue una de las agencias que a escala provincial contribuyó en mayor grado al posicionamiento positivo de los arquitectos en la función pública. En una provincia con un número creciente de practicantes de la profesión, la Dirección funcionó como una escuela- taller de arquitectura, por la cual pasaron innumerable cantidad de arquitectos por períodos variables de tiempo, que realizaron allí su primera experiencia laboral.

Como ámbito institucional la Dirección sirvió además, como plataforma para la construcción de otras organizaciones que consolidaron el campo disciplinar y la profesión del arquitecto en Mendoza: la Sociedad de Arquitectos de Mendoza (1953) y la Facultad de Arquitectura (1961), e incluso de la Dirección de Obras de la UNCuyo (1960), entidades con las que luego conformó una red de acción que ejerció una marcada influencia sobre los aspectos urbanísticos y arquitectónicos locales, así como en la formación de futuros profesionales durante todo el siglo XX.

Fuente: Los Andes

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