PPP, una experiencia que recién comienza en el país

La apertura de la primera licitación del sistema de Participación Público-Privada (PPP) representa el punto de partida de un novedoso proceso de inversiones que, según calculan en el propio Gobierno, representará el 1% del PBI durante los próximos 5 años. Bajo esta modalidad, en esta primera etapa de seis corredores viales que suman 3351 kilómetros con una inversión de US$6000 millones, se espera en total construir más de 7500 kilómetros de nuevas autopistas y rutas que se financiarán con inversión privada, al tiempo que el Estado garantiza su recuperación en el contrato de concesión de 15 años.

Esta es una vía de financiamiento de las obras de necesidad pública largamente postergadas que tiene el país, y que permitirá encarar un ambicioso plan de infraestructura que se necesita, inexorablemente, para ingresar a un proceso de crecimiento sostenido de largo plazo. La infraestructura de la Argentina (entiéndase caminos, puertos, rutas, aeropuertos, telecomunicaciones) es el sector más deteriorado, con una inversión pendiente desde hace décadas. Por eso, la posibilidad de implementar con éxito el sistema de PPP es estratégico ya que el Estado tiene hoy recursos limitados y múltiples necesidades a cubrir como para encarar exclusivamente el ambicioso plan de renovación de infraestructura.

Vale conocer qué está pasando en el mundo en este tema y como el negocio está en un proceso de cambio. Un reciente informe realizado a nivel mundial por KPMG señala para este año que la inversión en infraestructura sigue siendo un actor clave para el desarrollo económico y que continúan existiendo importantes oportunidades. Y agrega que los gobiernos demuestran un fuerte deseo y ambición de invertir en infraestructura, como un camino hacia el crecimiento; al tiempo que las nuevas tecnologías y la rápida innovación están creando otros enfoques, modelos y herramientas para el desarrollo de infraestructura y para reducir costos. No obstante ello, y al tratarse de inversiones de largo plazo, el trabajo advierte que problemáticas como divisiones sociales, financieras y políticas se presentan como factores de riesgo que pueden erosionar el valor de las inversiones al incorporar la indecisión política y social que termina alimentando confusiones e incertidumbres.

Entonces, la demanda de infraestructura continúa acelerándose y cuanto más se construya más conectado estará el mundo y aumentará su resiliencia al riesgo político local. Por eso, es importante tener perspectiva y objetivos de largo plazo para poder adaptarse y encontrar la forma de lograr un equilibrio entre las necesidades puntuales de los proyectos y sus intereses en pugna.

Otro dato interesante a destacar de la investigación es que ahora los gobiernos adoptan una actitud más agresiva en cuanto a la seguridad al mismo tiempo que el debate acerca de la sustentabilidad de los proyectos se volverá más esencial que nunca, no solo para los usuarios y planificadores, sino también para inversores y propietarios. Muchas personas piensan la sustentabilidad con relación al medioambiente y si bien este es un aspecto crítico en cualquier proyecto, en realidad se trata de un concepto mucho más amplio que comprende la sustentabilidad social y tecnológica de la infraestructura, generando así nuevas presiones para los responsables de la toma de decisiones y de la planificación.

El informe identificó tendencias para los próximos tiempos. Una de ellas es la búsqueda de nuevos modelos de fijación de precios y de financiación de los desarrollos; y otra fundamental es la necesidad de incorporar con mayor rapidez los avances tecnológicos que se están produciendo en el mundo. Sucede que el sector no está a ese ritmo, se construye para las necesidades de hoy más que para las de mañana, y se utiliza mucho tiempo en la planificación y en consultas sin tener en cuenta que el activo completo puede quedar desactualizado antes de que entre en funcionamiento.

Al construir una nueva línea ferroviaria de alta velocidad los desarrolladores del proyecto deberían pensar en cómo otras tecnologías, como hiperloops o drones, podrían utilizar el mismo espacio y ofrecer soluciones más flexibles. O con una nueva red eléctrica pensar cómo la introducción de vehículos eléctricos podrá influir y alterar la naturaleza de la demanda, la forma de viajar y como viven las personas ya que esto, a su vez, impactará en la infraestructura de una sociedad. Por último, se pone foco en el tema de seguridad del cual se sostiene que es absolutamente necesario aumentar la vigilancia de los activos, y para ello se necesitará más presupuesto y planificación.

La Argentina no está al margen de estos desafíos mundiales en materia de infraestructura. La influencia de estas grandes tendencias se sentirá. La experiencia de otros países y la utilización de las nuevas tecnologías representan una especial oportunidad para achicar la brecha que nos separa en esta materia con relación a las naciones líderes. Por eso, el sistema de PPP que se pone en marcha será, sin dudas, un instrumento clave que nos permitirá como país recuperar el tiempo perdido y construir una nueva infraestructura con visión de futuro que impulse el desarrollo postergado por tantos años.

Fuente: La Nación

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