Adolf Loos: «Para vivir mejor, hay que aprender del campesino»

A comienzos del siglo XX, el arquitecto austríaco Adolf Loos cuestionó el modo de vida urbano, proponiendo un retorno a la sencillez y funcionalidad inspirada en la vida rural. En su ensayo Aprender a vivir, Loos señala que no basta con mudarse a barrios residenciales; es necesario adoptar un nuevo estilo de vida, más racional, natural y coherente con el entorno.

Loos, figura central del racionalismo arquitectónico, proponía principios prácticos para trasladar el espíritu del campo a la vida cotidiana, incluso en plena ciudad. Una de sus recomendaciones clave era organizar la vivienda en dos niveles bien diferenciados: uno para las actividades diurnas y otro para el descanso nocturno. En sus palabras, el dormitorio debía estar libre de todo elemento superfluo, con una cama de hierro o metal esmaltado como único mobiliario y armarios empotrados en lugar de muebles voluminosos.

Además, el arquitecto defendía la importancia de una mesa central en la vida familiar, donde todos los miembros pudieran reunirse a comer, como se hace en el ámbito rural. Contrastaba esta organización con la caótica distribución de espacios en los departamentos urbanos vieneses, donde el comedor, la cocina y las zonas de descanso estaban desarticuladas.

Otro de sus planteos revolucionarios fue integrar la cocina al salón, algo que hoy parece habitual, pero que en su tiempo resultaba impensable. Loos explicaba que el fogón debía estar disimulado en el entorno, incluso mediante mecanismos eléctricos que lo transformaran en un mueble de oficina, como vio en diseños estadounidenses. Esta idea, adelantada a su época, buscaba optimizar el espacio y fomentar la participación de toda la familia en el acto de cocinar.

Inspirado por un viaje a Estados Unidos en 1893, Loos valoraba cómo en ese país las distancias entre el ciudadano urbano y el campesino eran menos marcadas que en Europa. Observaba con admiración que en América el hombre urbano no había perdido el contacto con la naturaleza y que ese equilibrio era el camino hacia una vida más plena y sensata.

El pensamiento de Loos, plasmado también en Ornamento y delito, marcó una ruptura con las formas decorativas dominantes de su tiempo. Su defensa de la utilidad, la austeridad y el aprendizaje a partir de la vida rural continúa siendo una fuente de inspiración para la arquitectura contemporánea, especialmente en un contexto donde el diseño tiende cada vez más a la eficiencia y la integración con el entorno.

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