Reforma artesanal en Bariloche: cómo una diseñadora rescató su casa familiar contra todo pronóstico

Luego de años viviendo en el exterior, la diseñadora y artista Mora Barber regresó a su ciudad natal, San Carlos de Bariloche, para enfrentar un desafío tan emocional como estructural: restaurar la antigua casa que había comprado junto a su esposo más de dos décadas atrás. Contra las recomendaciones de demolerla por completo, optó por una renovación integral y artesanal que respetara la memoria y los materiales originales.

La vivienda, ubicada sobre un mallín atravesado por vertientes del cerro, presentaba serios problemas de humedad y cimientos. El proceso de recuperación implicó drenar el terreno, reforzar la estructura y ejecutar tareas de consolidación en condiciones complejas. Con la colaboración del ingeniero Guillermo Cattaneo, se alivianó la carga estructural y se intervino progresivamente, ambiente por ambiente.

La obra se llevó a cabo con un enfoque artesanal: cada piedra y cada madera retirada fue reutilizada, incorporada nuevamente al proyecto. Mora, formada en restauración, trazó los planos y diseñó los interiores, combinando materiales nobles como la piedra, la madera y el hierro, con objetos recuperados en viajes y piezas de arte contemporáneo. El resultado es una casa que mantiene su rusticidad original, pero con una lectura más actual y serena.

Uno de los cambios más significativos fue la transformación del antiguo altillo en un dormitorio principal con vista al lago, que hoy se convirtió en su espacio personal de descanso y meditación. En planta baja, la cocina se integró como núcleo central del hogar, con una isla multifuncional y mobiliario hecho con materiales reciclados, incluyendo un techo bajo de maderas recuperadas para facilitar la iluminación.

La ampliación más reciente fue un módulo moderno revestido en chapa negra, adosado a la cocina, que funciona como taller de arte, pensado inicialmente como quincho. Este espacio, con estructura independiente y materiales más industriales, refleja la versatilidad de la intervención, sin alterar la estética de la casa original.

El proyecto no solo logró rescatar una vivienda con valor afectivo, sino también materializar una obra de bajo impacto, respetuosa del entorno natural y construida con recursos locales. Hoy, la casa se mantiene viva y en evolución, con permanentes adaptaciones, visitas de sus hijos y nuevas ideas que siguen surgiendo, como parte de un proceso vital y creativo en permanente movimiento.

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