Fin definitivo para el soterramiento del Sarmiento: 17 años, 420 millones de dólares y solo 7 kilómetros de túnel
Tras casi dos décadas de anuncios, licitaciones, renegociaciones y parálisis, el Gobierno nacional y las empresas contratistas Sacde y Ghella acordaron dar por finalizada la obra del soterramiento del Ferrocarril Sarmiento, cerrando definitivamente el proyecto. El plan original, lanzado en 2008, contemplaba 32,6 kilómetros de túnel desde Caballito hasta Moreno, con todas sus estaciones subterráneas remodeladas. Sin embargo, solo se completaron 7.239 metros, desde Haedo hasta Villa Luro, a 6.000 metros del final de la primera etapa.
La obra fue diseñada en tres tramos: Caballito–Ciudadela (9,2 km), Ciudadela–Castelar (9,4 km) y Castelar–Moreno (14,1 km), con un presupuesto inicial de 1.000 millones de dólares para el primer segmento. Para su ejecución se adquirió la tuneladora “Argentina”, de 125 metros de largo y 12 metros de diámetro, que comenzó a operar en 2016. El avance se detuvo en diciembre de 2018 por falta de financiamiento, dejando inconclusa la estructura y enterrando equipos e infraestructura auxiliar.
El cierre definitivo implica la construcción de muros en ambos extremos del túnel para preservar lo ejecutado y desmantelar los obradores en superficie. Bajo tierra quedarán también las instalaciones de fabricación de dovelas, las vías internas y la maquinaria especializada. Según datos oficiales, el gasto total certificado asciende a 420 millones de dólares, una inversión que no se traducirá en mejoras para los usuarios.
El soterramiento buscaba eliminar los pasos a nivel y mejorar la conectividad urbana en una traza que hoy cuenta con unos 60 cruces, la mitad en la Ciudad de Buenos Aires. La paralización del proyecto mantuvo durante años una “reserva de dominio” sobre la superficie y el subsuelo, impidiendo obras alternativas como pasos bajo nivel o viaductos, lo que agravó los problemas de tránsito y seguridad en la zona.
A lo largo de 17 años, el proyecto atravesó cambios de gestión, renegociaciones contractuales y denuncias de corrupción vinculadas a Odebrecht, sin que se lograra el objetivo propuesto. El abandono formal libera ahora la traza para que las jurisdicciones afectadas puedan desarrollar soluciones más modestas y viables.
El túnel inconcluso, a 20 metros de profundidad, quedará como un recordatorio de las consecuencias de la falta de planificación, la gestión ineficiente y el desperdicio de recursos públicos en obras de alta complejidad que nunca se concretan. Un “monumento subterráneo” que, lejos de mejorar el servicio ferroviario, simboliza un fracaso de la política de infraestructura ferroviaria en Argentina.
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