Junichiro Tanizaki y la poética arquitectura de la penumbra en Japón

En su célebre ensayo Elogio de la sombra, Junichiro Tanizaki reflexiona sobre las diferencias entre las viviendas japonesas y occidentales, centrándose en el papel de la luz y la sombra en su concepción arquitectónica. Mientras en Occidente se exalta la luminosidad y la verticalidad –como en las catedrales góticas, que se elevan con agujas hacia el cielo–, en Japón los templos y residencias se conciben para quedar protegidos bajo grandes aleros que proyectan una penumbra envolvente.

Tanizaki describe cómo, en su país, la construcción de una casa comienza extendiendo el tejado como un quitasol que determina un perímetro sombreado. Bajo esa cubierta protectora se distribuye la vivienda, de manera que puertas, pilares y tabiques quedan a menudo difuminados por la densidad de la sombra, incluso a pleno día. El contraste con las casas occidentales es nítido: allí el tejado es más un “tocado” que apenas protege de los rayos directos del sol, pensado principalmente para la lluvia y no para tamizar la luz.

El autor atribuye estas diferencias tanto al clima como a la disponibilidad de materiales. Ante la falta histórica de ladrillos, cristal y cemento, los constructores japoneses proyectaron aleros generosos para resguardar los interiores. Aunque, admite Tanizaki, el pueblo japonés también habría preferido viviendas luminosas, aprendió a valorar la penumbra y a encontrar en ella una fuente particular de belleza.

En la casa tradicional japonesa, la iluminación no proviene de un baño directo de sol, sino de una claridad tenue, filtrada, que se posa suavemente sobre paredes de tonalidades crepusculares. Este efecto convierte la sombra en protagonista, reduciendo al mínimo el uso de adornos o elementos decorativos, pues la propia luz difusa otorga el carácter estético.

Para el ojo occidental, estos interiores pueden parecer vacíos o desnudos. Sin embargo, Tanizaki defiende que esa simplicidad es deliberada: la penumbra, modulada con precisión, es el equivalente japonés a los ornamentos recargados de otras culturas. Es un lenguaje visual que habla de calma, contemplación y armonía con el entorno.

Regístrese en

Las noticias más importantes, una vez por semana, sin cargo, en su email.

Complete sus datos para registrarse.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *