Un jardín inglés renovado: cómo una decisión clave transformó 500 m² en un espacio de amplitud y movimiento
En una casa inglesa de principios del siglo XX, el jardín de 500 m² presentaba un desafío: reorganizar sus espacios para ganar funcionalidad y potenciar la vida familiar. La intervención estuvo a cargo de los paisajistas Bettina de Anchorena y Damián Ayarza, quienes apostaron por un cambio audaz: mover la pileta ovalada del centro y reubicarla en paralelo a la vivienda. Esa decisión liberó superficie y permitió rediseñar todo el espacio en tres terrazas con usos diferenciados.
La primera terraza, ubicada junto a la casa, se pensó como área de reunión familiar. Sobre un solado de ladrillos con tramas que dialogan con la arquitectura original, se generaron espacios de estar rodeados de rosales trepadores que enmarcan la salida al jardín. La segunda terraza quedó destinada al césped y juegos infantiles, rodeada de canteros florales que aportan color y movimiento estacional. La tercera, en un nivel superior, alberga la nueva pileta rectangular, con solárium y cercos de buxus que refuerzan la estructura visual y acompañan la estética de la casa.
El paso de servicio entre la pileta y la cocina se resolvió con una pérgola cubierta por jazmines de leche y rosales ‘Pierre de Ronsard’, integrando practicidad y diseño. Además, se creó una zona de sombra bajo un gran alcanfor, acompañada por azareros áureos, Piper sp., alocasias y dietes variegados, generando un espacio fresco y de encuentro en los días de verano.
La vegetación estructural incluye Buxus sempervirens y Cupressus sempervirens, que dan solidez al diseño. En muros y pérgolas se sumaron trepadoras como Clematis montana y rosales ‘Clair Matin’, mientras que los canteros combinan especies como achileas, dalias, azucenas belladona, nicotianas y perovskias. Para las zonas sombrías se eligieron Acer palmatum, camelias, helechos dryopteris, abutilones, bergenias y anémonas, aportando textura y variedad a lo largo del año.
El gran acierto del rediseño fue lograr unidad entre arquitectura y paisajismo: los ladrillos de la casa continúan en los solados del jardín, mientras que los cercos de buxus repiten un lenguaje común en todos los sectores. Así, lo que antes era un jardín fragmentado, hoy se percibe como un conjunto armónico, luminoso y dinámico, donde naturaleza y arquitectura se potencian mutuamente.
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