David Chipperfield: “La arquitectura ya no construye ciudades, construye valor para el mercado”
David Chipperfield, Premio Pritzker 2023 y referente de la arquitectura contemporánea, advierte con firmeza: “La arquitectura se ha transformado en un bien de consumo”. Desde su estudio en Londres y con obras en ciudades clave como Berlín, Seúl, Valencia o Santiago de Compostela, el arquitecto británico sostiene una mirada crítica sobre la evolución del oficio, marcada —según él— por la lógica del mercado y la pérdida del compromiso cívico.
Durante una charla en el marco del foro Next In Summit, realizado en el Campus Acciona de Madrid, Chipperfield fue contundente: “Hoy se nos paga para añadir valor económico, no para construir comunidad”. Frente a una arquitectura dominada por el márketing, el branding y el rédito inmediato, el arquitecto plantea una vuelta a los fundamentos: pensar edificios que respondan al lugar, a su historia, a su gente y no sólo a las demandas del inversor.
Su carrera está marcada por proyectos que evitan el espectáculo y priorizan la integración. Ejemplos de ello son el Neues Museum de Berlín —reconstruido respetando sus ruinas originales—, el Museo Júmex en Ciudad de México, la Turner Contemporary en Inglaterra o el edificio Veles e Vents en Valencia. Obras que no buscan destacar por su forma, sino por su sensibilidad hacia el contexto y su capacidad para convivir con el entorno.
En paralelo, Chipperfield ha desarrollado un fuerte vínculo con Galicia, donde fundó la Fundación RIA, un espacio de reflexión sobre urbanismo, paisaje y comunidad, y recientemente inauguró la Casa RIA en Santiago de Compostela. Desde este laboratorio de ideas, denuncia el impacto del turismo masivo en las ciudades y la gentrificación que expulsa a los residentes de sus centros históricos: “La ciudad necesita desorden, mezcla, complejidad. Cuando todo se limpia por razones económicas, se pierde el alma urbana”.
Su postura también cuestiona el concepto tradicional de progreso. Frente al avance desmedido y sin reflexión, propone una “desprogresión consciente”, que implique revisar los errores del pasado y adoptar una visión colectiva, sensible a la crisis ambiental y social. “La comodidad individual ya no puede justificar el dolor colectivo”, afirma.
Desde su aparente bajo perfil, Chipperfield reivindica una arquitectura comprometida, que recupere su rol como motor de transformación social. “La Bauhaus proponía producir calidad al menor costo posible para el mayor número de personas. Ese espíritu democrático, más que nunca, necesita ser recuperado”.
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