Inteligencia Artificial, energía y territorio: Argentina ante una oportunidad estratégica única

La reciente decisión de OpenAI de firmar un Memorando de Entendimiento con Argentina para instalar infraestructura de inteligencia artificial posiciona al país ante una ventana de oportunidad sin precedentes. El crecimiento exponencial de la IA está generando una nueva demanda global de energía firme, conectividad robusta y marcos regulatorios estables, condiciones que Argentina puede reunir si alinea sus capacidades estratégicas con un plan de desarrollo a largo plazo.

El desafío no es menor: los centros de datos que alimentan los modelos de IA requieren una infraestructura energética de alta disponibilidad y redes de fibra óptica de baja latencia. Pero, a diferencia de otras revoluciones tecnológicas, esta vez Argentina no parte de cero. Cuenta con potencial hidroeléctrico, experiencia nuclear, parques solares y eólicos, y una red troncal de fibra óptica que puede potenciarse con inversiones planificadas y estratégicas.

Uno de los pilares de este ecosistema es el desarrollo de reactores nucleares modulares (SMR). Argentina fue pionera en este campo con el proyecto CAREM-25, lanzado en 1999, y ya cuenta con un diseño propio patentado, el ACR-300. Aunque el CAREM acumula más de 600 millones de dólares invertidos y aún no entró en operación, el avance global en SMR abre una oportunidad concreta: insertarse como proveedor regional en un mercado que ya cuenta con 127 proyectos activos en el mundo, muchos de ellos en fase de licenciamiento.

Junto a la energía nuclear, el país dispone de un valioso stock hidroeléctrico —como los embalses de Río Grande, Cerro Pelado y Yacyretá— y condiciones favorables para ampliar parques eólicos y solares. Estos recursos pueden ser la base firme de un mix energético diversificado, capaz de abastecer polos tecnológicos y centros de datos de alta demanda.

Pero la energía no es suficiente sin conectividad inteligente. La infraestructura de fibra óptica debe evolucionar de un despliegue general a uno estratégico. Corredores como Patagonia, Cuyo, Córdoba, Mendoza, San Luis y Tierra del Fuego pueden convertirse en nodos industriales si se combinan con energía firme, incentivos adecuados y redes digitales de alto rendimiento.

En este escenario, la inversión privada y el marco institucional serán determinantes. Programas internacionales como el FIRST del Departamento de Energía de EE.UU. ya impulsan la cooperación global para el desarrollo de SMR, abriendo la puerta a transferencia tecnológica y financiamiento para infraestructura de nueva generación.

Argentina cuenta con una ventaja regional única: conocimiento técnico, trayectoria nuclear, similitud regulatoria con los países vecinos y una posición geográfica favorable para liderar el suministro energético del Cono Sur. Si el país logra integrar sus capacidades tecnológicas, energéticas y de conectividad bajo una estrategia común, podrá posicionarse como un nodo clave en la nueva era digital y energética.

El desafío es avanzar rápido. Las decisiones que se tomen hoy definirán si el país logra transformar esta oportunidad en un activo económico, científico y geopolítico, o si una vez más queda al margen de una revolución global. La ventana está abierta. Y Córdoba, junto con otras regiones, puede ser protagonista si se combina visión, planificación y acción.

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