Línea F: licitan la obra más ambiciosa del subte porteño y recuerdan un viejo plan con estaciones en Saavedra

El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires lanzó oficialmente la licitación pública nacional e internacional para la construcción de la Línea F del subterráneo, que unirá los barrios de Palermo y Barracas a lo largo de 9,8 kilómetros con un total de 12 estaciones. Esta obra, con un presupuesto estimado en US$1.350 millones, representa la intervención de transporte público más importante de los próximos años en el ámbito urbano porteño.

El recorrido de la futura línea atravesará barrios clave como Constitución, San Cristóbal, Monserrat, San Nicolás y Recoleta, permitiendo combinaciones con todas las líneas del subte existente. Tendrá paradas en nodos estratégicos como Plaza Constitución (conexión con el Ferrocarril Roca) y Palermo (intercambio con el San Martín), mejorando la conectividad transversal y descomprimiendo otras líneas saturadas, especialmente la C.

Las estaciones planificadas son: Brandsen, Constitución, Cochabamba, Chile, Congreso, Corrientes, Santa Fe/Pizzurno, Recoleta, Pueyrredón/Hospital Rivadavia, Parque Las Heras/Coronel Díaz, Plaza Italia/Ecoparque y Pacífico. El proyecto contempla incorporar tecnologías de última generación en materia de construcción, accesibilidad y gestión operativa, con inicio de obra previsto para el año próximo.

A raíz del anuncio, especialistas en transporte y urbanismo recordaron en redes sociales el histórico Plan Cóndor (1957-1964), que proponía una expansión ambiciosa de la red de subterráneos con estaciones previstas en zonas que nunca llegaron a concretarse, como Puente Saavedra y Parque Sarmiento, ambas en el actual barrio de Saavedra. En ese entonces, el plan preveía prolongar la Línea B por Triunvirato hasta la altura de Crisólogo Larralde y la Línea D hasta General Paz, conectando con la estación ferroviaria Aristóbulo del Valle.

Un documento oficial de 2015 rescataba aquel proyecto, destacando su enfoque innovador en base a encuestas de movilidad urbana y modelización de demanda, algo inédito para la época. El objetivo era articular mejor el centro con subcentros urbanos y complementar la red ferroviaria, extendiendo el subte hacia zonas densamente pobladas del norte de la Ciudad.

Aunque esas extensiones nunca se concretaron, el trazado actual de la Línea F se enmarca en una lógica similar: conectar zonas históricamente desatendidas como Barracas con el resto del sistema, integrando barrios de alta densidad residencial y actividad comercial. Esta mirada sobre el pasado pone en perspectiva el desafío de largo plazo que implica expandir el transporte subterráneo en una ciudad en constante transformación.

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