Las naves industriales alcanzan costos históricos: inversión en auge y rentas en alza
Mientras el sector residencial enfrenta subas significativas en dólares que complican el mercado inmobiliario, el segmento de las naves industriales y logísticas atraviesa un escenario opuesto: costos de construcción en mínimos históricos, alta ocupación y rentas en crecimiento. Este contraste las posiciona nuevamente como una de las alternativas más atractivas para desarrolladores e inversores.
Actualmente, el costo de construcción ronda los USD 350 por m², valores que no se registraban en años. A la vez, los alquileres promedian USD 6,5 por m² mensual en ubicaciones premium, con niveles de ocupación elevados. Frente a un edificio que puede demorar hasta cuatro años en completarse, una nave industrial está lista en apenas ocho meses, en un contexto de oferta limitada.
La caída de costos responde a una combinación de factores: la baja en el precio de insumos claves —con protagonismo de la industria siderúrgica—, la industrialización de procesos constructivos y la incorporación de tecnología en cada etapa. Este esquema permite entregar espacios más eficientes y a menor costo, favoreciendo el ingreso de capitales al sector.
El crecimiento del e-commerce tras la pandemia ha sido determinante en esta dinámica. Cada compra online requiere de centros de almacenamiento y distribución preparados para responder con rapidez a la demanda. Por ello, supermercados, marcas de indumentaria y gigantes globales del comercio digital impulsan la necesidad de parques logísticos modernos, cercanos a autopistas y accesos estratégicos.
Un ejemplo son los miniparques triple AAA desarrollados por el sector privado, con galpones divisibles desde 250 m² y valores de comercialización en torno a USD 250.000. Estas inversiones ofrecen rentas de dos dígitos, lo que las convierte en opciones accesibles y de rápido retorno para pequeños y medianos inversores.
En paralelo, la industria local enfrenta la competencia de galpones importados desde China. Sin embargo, los costos de traslado, aranceles y montaje en destino, sumados a diseños estandarizados poco adaptados al mercado argentino, abren espacio para que las constructoras nacionales mantengan ventajas. A ello se suma el valor agregado del asesoramiento técnico, el servicio de postventa y la integración de nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial aplicada al diseño e ingeniería, que acelera plazos y mejora la competitividad.
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