Italia acelera cuatro megaobras que transformarán el transporte europeo
Italia avanza con un paquete de proyectos ferroviarios y viales estratégicos que prometen redibujar el mapa del transporte en Europa para la próxima década. Se trata de obras de altísima complejidad técnica y gran escala financiera, cofinanciadas por la Unión Europea, que buscan reducir tiempos de viaje, modernizar la infraestructura y trasladar carga pesada de las rutas a la red ferroviaria.
El más emblemático es el Túnel Base del Brennero, en los Alpes, que será el más largo del mundo con 64 km incluyendo ramales de conexión. Unirá Austria con Italia y reducirá en un 40% el tiempo de viaje entre Verona y Múnich, de 5 a 3 horas. El proyecto —estimado en €8.800 millones— también busca descomprimir una de las rutas de camiones más transitadas de Europa, desviando al ferrocarril hasta la mitad de los 2,5 millones de camiones que cruzan el paso cada año.
En paralelo, avanza la línea de alta velocidad Tortona–Génova, concebida para integrar el puerto ligur con el norte de Italia y Europa. Con 53 km de extensión y 37 km de túneles —uno de ellos de 27 km— permitirá reducir el viaje de Milán a Génova a una hora y agilizar el transporte de cargas desde Génova, La Spezia y Savona hacia el continente. Con un costo de €8.500 millones, tiene el 90% de sus túneles excavados pese a dificultades geológicas, como la presencia de amianto natural en los Apeninos.
El tercer proyecto es el túnel Lyon–Turín, de 65 km de longitud (57,5 km bajo tierra), considerado la obra más ambiciosa de la región alpina occidental. Con un presupuesto de €11.000 millones, busca eliminar más de un millón de camiones al año entre Francia e Italia, reduciendo el tiempo de viaje entre París y Milán a 4 horas y media, frente a las actuales 6,5–7,5. Iniciado en 2007, fue retrasado por protestas ambientales, pero su finalización está prevista hacia 2033.
El más audaz es el Puente del Estrecho de Mesina, de €13.500 millones, que conectará por primera vez el continente con Sicilia. Tendrá seis carriles viales y dos líneas ferroviarias, y permitirá integrar Palermo y Catania a la red de alta velocidad nacional. Con fecha de conclusión estimada en 2032, marcará un hito histórico en la conectividad italiana, ya que el proyecto había sido postergado durante siglos, desde que fue imaginado en tiempos del Imperio Romano.
En conjunto, estas infraestructuras se complementan con otros 40 proyectos estratégicos en la red ferroviaria italiana, financiados con €25.000 millones de fondos europeos de recuperación post-pandemia. Entre ellos, destaca la línea de alta velocidad Nápoles–Bari, que acercará el sur del país al sistema de trenes rápidos.
Estas obras no solo prometen viajes más rápidos —como los 30% menos entre Milán y París o la conexión diaria de Génova con la capital financiera del país—, sino que apuntan a un cambio estructural en la logística europea, reduciendo emisiones y potenciando el rol de Italia como nodo clave entre el Mediterráneo y el continente.
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