Zaida Muxí: “La ciudad está diseñada para una minoría, no para quienes la habitan en su diversidad”

La arquitecta y urbanista Zaida Muxí, referente internacional en planificación urbana con perspectiva de género, insiste en una idea clara: las ciudades no están pensadas para todos, sino que responden históricamente a un modelo excluyente. “La ciudad está construida para hombres de mediana edad, de 1.80 metros, con buen sueldo y coche”, resume, aludiendo a un estándar que deja fuera a la mayoría de quienes efectivamente usan el espacio público todos los días.

En una entrevista reciente junto a la arquitecta Núria Moliner para el programa Via Lliure de RAC1, Muxí planteó una crítica profunda al urbanismo tradicional, dominado por lógicas productivistas y masculinas que priorizan la movilidad vehicular y la eficiencia del tránsito, por sobre las necesidades de seguridad, accesibilidad y uso cotidiano que experimentan especialmente las mujeres, personas mayores, niños y usuarios del transporte público.

Seguridad urbana: no es solo alumbrado, es tejido comunitario

Uno de los puntos clave que señala Muxí es que la seguridad no se garantiza solo con infraestructura, sino con la presencia activa de la comunidad. Calles iluminadas, edificios habitados, circulación constante y espacios visibles son más eficaces que cualquier medida aislada. En contraste, infraestructuras como túneles peatonales, pensadas desde la lógica de no interrumpir el flujo de autos, suelen ser evitadas por mujeres por percibirse como inseguras y aisladas.

El caso Pontevedra: menos autos, más ciudad vivible

Un ejemplo concreto de transformación urbana inclusiva es la peatonalización del casco antiguo de Pontevedra, en Galicia, España. La ciudad logró reducir un 67% la circulación vehicular en menos de dos décadas, sin afectar la actividad comercial ni la habitabilidad. Según datos citados por la catedrática Carme Miralles, mientras el 80% de los hombres se desplaza en coche, el 70% de las mujeres lo hace en transporte público. Esto revela una brecha de movilidad que exige soluciones urbanas más equitativas, sostenibles y adaptadas a quienes realmente caminan y transitan las ciudades.

Arquitectura doméstica: la desigualdad empieza en casa

Muxí y Moliner también apuntan que las desigualdades no terminan en el espacio urbano: se reproducen dentro de las viviendas. Las cocinas y los espacios de cuidado, históricamente asignados a las mujeres, suelen ser los más pequeños, menos ventilados y con menor jerarquía en el diseño. La arquitectura doméstica, entonces, también es un reflejo de cómo se construyen y perpetúan las jerarquías sociales.

En contraposición, emergen modelos como el de La Borda en Barcelona: una cooperativa de viviendas que promueve convivencia no especulativa, con espacios comunes para tareas compartidas, como comedores comunitarios o áreas de crianza. Estas alternativas no solo alivian la carga doméstica individual, sino que reconfiguran el tejido social desde la arquitectura, devolviendo a la vivienda y al barrio su dimensión colectiva.

Un urbanismo que mire a todos

Desde su experiencia académica y práctica, Zaida Muxí impulsa un urbanismo feminista, no como una categoría exclusiva de género, sino como una mirada que contemple la diversidad real de quienes habitan las ciudades. Implica repensar las prioridades: no solo cuánto se puede recorrer en auto, sino quién puede caminar, cuidar, vivir y sentirse seguro en su entorno diario.

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