El Estado nacional pagó más de $ 180 millones por la Confitería del Molino

Fue publicado en el Boletín Oficial. Ahora se podrá avanzar con la recuperación, tras dos décadas de abandono.  El Estado nacional pagó más de $ 180 millones por la Confitería del Molino

Un joya art nouveau. La Confitería del Molino, en Rivadavia y Callao, fue inaugurada en 1917.

Dos años después de la ley que ordenó su expropiación, finalmente el Estado nacional compró la Confitería del Molino. Pagó más de $ 180 millones por el edificio ubicado en Rivadavia y Callao, considerado una de las joyas art nouveau de la Ciudad y declarado Monumento Histórico Nacional. Ahora deberá cedérselo al Congreso, que podrá avanzar en su recuperación para transformarlo en un centro cultural, un museo y una confitería.

La Resolución 15 del Ministerio del Interior, publicada en el Boletín Oficial de la Nación, aprueba el acuerdo de avenimiento celebrado entre el Gobierno nacional y las sociedades anónimas propietarias del edificio, Argital y Rocabren, ambas representadas por Paola Roccatagliata. Además, ordena inscribir la titularidad del dominio del inmueble a nombre del Estado nacional, en el Registro de la Propiedad Inmueble de la Capital Federal.

El edificio, ubicado en Rivadavia 1801/07/15 esquina Callao 10/20/28/30/32, está emplazado en un terreno de 853 m2 y cuenta con una superficie total cubierta de 7.468,50 m2. En septiembre, el Tribunal de Tasaciones de la Nación lo valuó en $165.220.000. A ese valor se le sumó un 10% en concepto de indemnización, tal como lo ordena la ley de expropiaciones. Así en el acuerdo de avenimiento, Roccatagliata aceptó en nombre de las sociedades titulares del inmueble percibir por todo concepto $ 181.742.000 por éste. Esta cifra equivale a 11.650.000 dólares.

Ahora, como ordena la Ley de 2014 que autorizó su expropiación, el Estado deberá transferirle el edificio al Congreso nacional para que lo integre a la manzana legislativa, conformada por Rivadavia, Callao, Bartolomé Mitre y Riobamba. Después hará falta una nueva inversión para restaurar el inmueble, que se encuentra muy deteriorado después de dos décadas de abandono. Algunas de las prioridades serán reparar las cubiertas para impedir filtraciones de agua de lluvia. También arreglar la fachada, desde donde ya hubo varios desprendimientos de mampostería, y renovar las conexiones de luz, gas y electricidad. Además, deberán restaurar las oxidadas astas del molino, que están en la base de la cúpula y son el símbolo del edificio.

La misma ley estableció que la planta baja y el subsuelo deberán ser concesionados para que funcionen una confitería, un restaurante, o un local de elaboración de productos de panadería o pastelería. En el resto del edificio habrá un museo dedicado a la historia de la Confitería El Molino y un centro cultural que se llamará «De las Aspas» y difundirá la obra de artistas jóvenes argentinos. Los recursos que se obtengan de la concesión o el funcionamiento del museo y del centro cultural se usarán para el mantenimiento del edificio.

La historia del edificio de Callao y Rivadavia se remonta a 1904, cuando el repostero italiano Cayetano Brenna compró la esquina. Un año después, mudó a ese lugar su Confitería del Molino, que antes estaba en Rivadavia y Rodríguez Peña. De 1909 a 1911, en sociedad con la familia Roccatagliata, también adquirió los inmuebles de Callao 32 y Rivadavia 1815. Y le pidió al arquitecto italiano Francisco Gianotti que fusionara las tres construcciones en un solo edificio, que fue inaugurado el 9 de julio de 1916 y estuvo totalmente terminado en 1917. Por algo, una de las especialidades de la confitería era el postre «Imperial ruso».

Por su cercanía con el Congreso, la Confitería se convirtió en un punto de encuentro de figuras como Marcelo T. de Alvear, Perón, Evita, Roberto Arlt, Carlos Gardel o Niní Marshall. En los 90 comenzó a decaer hasta que, un día de verano de 1997, apareció un cartel de «Cerrado por vacaciones». Nunca más reabrió.

Fuente: Clarín

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