Otro fin de ciclo: analiza Báez vender su emporio a los chinos

Por Hugo Alconada Mon | LA NACION

Empresario kirchnerista Lázaro Báez abrió negociaciones con el consorcio de la construcción Sinohydro , que podrían concluir con la venta de sus compañías al gigante chino, según reconstruyó LA NACION sobre la base de documentos privados y fuentes al tanto de las tratativas.

El objetivo inicial de Báez fue sellar un acuerdo para trabajar junto con la compañía china -con la que compitió en la cuestionada licitación para construir dos represas en Santa Cruz- y asumir su representación en la Argentina y el resto de la región.

Pero en la negociación crece la alternativa de vender Austral Construcciones y las restantes firmas de su grupo, para así dedicarse a explotar sus campos.

La opción de venta es incluso alentada por algunos de sus más estrechos colaboradores, tras el estallido del escándalo que protagoniza junto con él valijero Leonardo Fariña. Más aún si el horizonte tras las elecciones de 2015 aparece complicado.

También influyó el hecho de perder el contrato por casi $ 23.000 millones para la construcción de las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic.

«Vender es una posibilidad, y hay algunas opciones desde China y Brasil», indicó un colaborador de Báez ante la consulta de LA NACION, aunque precisó que ahora el objetivo de Báez junto con Sinohydro es adjudicarse la construcción de la represa Chihuido, sobre el río Neuquén, por unos US$ 1500 millones, el mes próximo. «A Báez lo apasiona lo que hace, y hoy no está en venta el grupo, pero no es descartable que venda», añadió.

Los primeros tanteos entre Báez y Sinohydro comenzaron cuando el ex empleado bancario parecía que se quedaría con la construcción de las represas Kirchner y Cepernic. Pero se la birló Electroingeniería, en consorcio con otra firma china, Gezhouba.

Las negociaciones incluyeron una reunión preliminar que Báez mantuvo con ejecutivos chinos en el hotel Patagonia de Río Gallegos, el mismo en el que leyó un comunicado ante la prensa, sin aceptar preguntas, luego de que salieron por primera vez por televisión Fariña y el financista Federico Elaskar.

A esa reunión con Sinohydro, Báez asistió junto con un traductor y amigo de confianza, «Stevie» Jamieson. Pero el proceso de acercamiento continuó durante meses con una revisión de los números, balances y cuentas bancarias del grupo empresario.

Esa revisión de los balances del Grupo Báez -una suerte de proceso de «debida diligencia» preliminar- incluyó también el acceso a las carpetas con las operaciones de esas empresas en el Banco de Santa Cruz.

«Báez quería vender todo y dedicarse a sus campos. Incluso así lo decía frente a la gente del banco», indicó uno de los informantes consultados por LA NACION. «En pleno despelote, decía que quería sacarse todo de encima y lo más pronto posible», añadió. El interés era recíproco, pero los emisarios de Sinohydro comenzaron a mostrar signos de cautela luego de que el juez federal Sebastián Casanello ordenó el allanamiento de 14 cajas de seguridad de Báez en la sucursal de Río Gallegos en ese banco.

En aquellos días, Báez abrió dos veces las puertas de su chacra y de su vivienda a la prensa, intentó contraatacar las denuncias y afirmó que todo era una operación mediática para perjudicarlo en su puja por las represas. «Al paso que vamos, quizás termine fuera de las represas. En Santa Cruz no se valora, pero está viniendo la empresa más grande del mundo constructora de Siete Gargantas», planteó ante los periodistas mientras recorrían la chacra.

Las denuncias, afirmó, eran «una falta de respeto», incluso para los socios. «Lamento profundamente llevarle este problema a este grupo empresario que ha confiado en nosotros», dijo.

lanacion intentó comunicarse con los representantes de Sinohydro en la Argentina y en sus oficinas comerciales para América del Sur, pero no fue posible. También se contactó con dos estudios jurídicos locales que colaboraron con la multinacional china, pero no respondieron las consultas.

Esos primeros signos de cautela se acentuaron con el paso de las semanas, a medida que Báez perdió posiciones dentro del Ministerio de Planificación Federal para quedarse con el contrato por las represas, que derivó en acusaciones y una causa penal.

VIAJE A ORIENTE

Entre las acusaciones, los perdedores plantearon que Electroingeniería y Gezhouba presentaron una carta de descuento que salía del marco de la compulsa. Y que pidieron que una parte de los pagos se concrete en dólares en el exterior, algo vedado en el pliego (de lo que se informa por separado).

Desde el Gobierno rechazaron los reclamos sobre el proyecto, que la presidenta Cristina Kirchner monitoreó con especial interés durante años. «Las obras públicas no se ganan con lobby o con denuncias contra otras empresas», les reprochó la mandataria durante el acto de adjudicación. «[Si] empiezan con denuncias sobre la otra [firma], no es una buena conducta empresaria.»

Báez optó por otra vía. Viajó a China para dar su versión sobre lo ocurrido en Buenos Aires a ejecutivos de Sinohydro. Y, según indicó entre sus colaboradores, volvió con un compromiso renovado de cooperación para pelear por Chihuido.

Pero para Báez, mantener un vínculo abierto con Sinohydro representa más que un proyecto compartido por una obra pública.

Con la colaboración de Mariela Arias.

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