El desarrollo de la provincia está en el sur

Mendoza recibirá en los próximos meses las últimas cuotas de los 1.023 millones de dólares para financiar lo que iba a ser Portezuelo del Viento. Esto representa una gran oportunidad.

En un año muy complicado para las cuentas públicas de las provincias, y en medio del desconcierto que genera la relación del Gobierno nacional con los gobernadores, Mendoza recibirá en los próximos meses las últimas tres cuotas que completan los 1.023 millones de dólares para financiar lo que iba a ser, y no será, Portezuelo del Viento. En un contexto crítico e incierto, asoma una gran oportunidad, que exige un debate profundo.

El interrogante natural pasa por el destino de ese dinero que llega como resarcimiento por los perjuicios ocasionados por el régimen de Promoción Industrial. Somos muchos los que nos preguntamos qué hará el Gobierno provincial con los fondos. Por supuesto, hay presiones e intereses de todo tipo. La propuesta de esta columna es franca y sencilla: trascender la pelea centrada exclusivamente en el ámbito presupuestario y clavar la mirada en las próximas décadas de la provincia.

Porque lo que tenemos delante es, ante todo, una oportunidad de futuro: hay que mirar al sur para desarrollar la provincia. La promoción industrial, cuyo régimen impositivo perjudicó gravemente a Mendoza en términos económicos, productivos y sociales, golpeó con especial dureza a los departamentos del sur. Los números son elocuentes: San Rafael, General Alvear y Malargüe, pasaron de explicar el 45% del Producto Bruto Geográfico, a apenas el 20%.

A partir de los datos objetivos y, sobre todo, de la realidad que vemos cotidianamente quienes trabajamos, producimos e invertimos en Mendoza, se desprenden tres argumentos muy sólidos para que los fondos de Portezuelo vengan, como estuvo previsto desde el comienzo, al sur provincial.

El primero tiene que ver con los derechos adquiridos. En 2010 la Cámara de Comercio de San Rafael interpuso un recurso de amparo para impedir la continuidad de la Promoción Industrial, aduciendo la pérdida de empleos y el estancamiento que provocó está medida basada en la desigualdad regional y la competencia desleal. Esta acción judicial fue clave para que la Nación aceptara resarcir a Mendoza, luego de años de promesas incumplidas. Tenemos entonces, cuando miramos hacia atrás, una legitimidad de origen, más si digo que esta legitimidad nos comprende y compromete a todo el sur y nos da derechos, no privilegios, pero siempre por encima de la política que quiera monopolizar a su parecer o necesidad el destino de los fondos. Hoy más que nunca la realidad manda.

Luego, el argumento del sentido común. El acuerdo de 2006 estableció que la Nación financie la totalidad de Portezuelo del Viento (la obra civil hidroeléctrica, la traza de las rutas y la relocalización de Las Loicas). Alberto Fernández, en 2022, laudó en contra de Mendoza y a favor de La Pampa, firmando en los hechos el certificado de defunción de la llamada obra del siglo. Si el propósito era, a través de esta inversión histórica en Malargüe, impulsar al sur para subsanar los desequilibrios que ocasionó la Promoción Industrial, es lógico que el dinero llegue a esta región. De otro modo, se trataría de un doble castigo para una zona que ya sufrió demasiado.

Por último, el argumento más importante de todos: el futuro. Es fundamental encauzar este debate que es, sin dudas, determinante para las próximas generaciones de mendocinos. Las oportunidades más sólidas para el desarrollo de Mendoza están en el sur. El trasvase del Río Grande al Atuel (que permitiría irrigar el doble de hectáreas), es un río más para Mendoza, la mina Hierro Indio, Potasio Río Colorado, la lengua mendocina de Vaca Muerta, etc. El potencial y la tradición minera de Malargüe, el Corredor Bioceánico Paso Las Leñas, un paso a Chile más para Mendoza, el turismo, la industria, la agricultura, la ganadería… y la lista podría seguir varios párrafos más.

Reducir esta cuestión al plano económico-presupuestario es un error garrafal. Hay que purgar el debate de miserias coyunturales para implementar una política de estado que despliegue, con inteligencia y sustentabilidad, el potencial de la provincia. Nunca antes tuvimos una oportunidad tan concreta para superar las añejas divisiones de nuestra geografía interna, y generar las condiciones para encarar una nueva etapa de crecimiento armónico.

Para avanzar en este sentido, es necesario superar la visión meramente reparadora, que inevitablemente acarrea rencores y prejuicios, por una visión cooperativa de futuro. No se trata de privilegiar a una región por sobre otra, tampoco de cobrar deudas del pasado. Estamos hablando de aprovechar las ventajas comparativas de una región para beneficiar a todo el conjunto. Este es el concepto más inteligente respecto a Mendoza como provincia integrada y pujante.

Fuente: https://www.mdzol.com/

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